Posiciones filosóficas principales
Por la demanda de una antropodicea
La procreación y la existencia de los seres humanos no es evidente. La existencia del hombre
conlleva sufrimientos inconcebibles. En la aceptación de estos hechos se originan unas preguntas
principales. Teniendo en cuenta el sufrimiento en el pasado, futuro y presente cabe preguntarse: ¿no
sería mejor si la humanidad desapareciera dejando de reproducirse? ¿Es posible compensar el
sufrimiento por medio de la felicidad de otros hombres? ¿ O por medio de la determinación del
lugar metafísico de la humanidad? Quienes no optan por el reflujo de la humanidad tienen que hacer
un abordaje metafísico para justificar la continuación de la humanidad (antropodicea). Como
ninguna antropodicea está a la vista, sería mejor si nuestra especie
desapareciera.
Nosotros mismos como punto de partida para
una definición no arbitraria del término ser viviente
No cabe duda de que tanto el autor como el lector de estas líneas somos seres vivientes. Tampoco hay dudas de si existimos o no. Propongo entonces que sustituyamos el discurso sobre la vida y la muerte con los términos existencia y no existencia irreversible. La frase “Estoy muerto” se contendría más claramente en la expresión: “He dejado de existir irreversiblemente.”
Para saber cuando dejo de existir para siempre tengo que saber qué soy
esencialmente: ¿Cuál es la calidad que no puedo perder sin, en el mismo instante, cesar de existir para siempre? Esencialmente somos unidades psicofísicas, es decir, no somos idénticos a nuestros organismos. Podemos perder partes de nuestro organismo sin dejar de existir. Podemos perder y sustituir nuestros órganos. Teóricamente hasta podemos cambiar todo nuestro organismo. Pero lo que no podemos sustituir sin dejar de existir irreversiblemente es nuestro cerebro, dado que es el órgano que genera conciencia.
Si es verdad que soy un ser viviente y si es cierto que lo que soy esencialmente es la conciencia apoyada por mi cerebro, estoy muerto cuando mi cerebro ha cesado de generar conciencia. Si mi cerebro no genera conciencia intermitentemente, dejaría de existir durante estos períodos. Como la muerte de un ser viviente es la no existencia irreversible, no existir intermitentemente no es lo mismo que estar muerto.
Mí existencia está ligada a la generación de conciencia por parte de mi cerebro. Mi muerte se corresponde con el último momento en el que mi cerebro genera conciencia. Mi conciencia puede ser la de un ser personal o una conciencia más simple como aquella que tendría si sufriera Alzheimer en un grado de demencia casi total. El comienzo de mi existencia está ligado simétricamente a la generación de una conciencia simple por parte de mi cerebro. Mi vida se extiende desde el momento de la primera generación de conciencia por mi cerebro hasta el último momento.
Lo que acabamos de decir sobre mí, como ser viviente, debe tener validez para todas las demás entidades que llamamos seres vivientes. La conciencia es el denominador común de los seres vivientes. Una vida comienza cuando un organismo genera conciencia por primera vez. Entonces podemos concluir que no todos los organismos son seres vivientes.
La definición que encontramos para el término ser viviente es una definición mental a diferencia de una definicion
organísmica.